Un atracón de Nostalgía.

Navegando por la internet, en la esquina inferior izquierda de un diario, que ahora se denomina global, encuentras una referencia a tus recuerdos… Glutamato YE-YE. El, inevitable, paso siguiente es seguir ese enlace-trampa y ver el video que lo acompaña.
 
A partir de ahí y todo seguido, buscar alguna canción más de aquellos habitantes de tus recuerdos… y ya puestos de otros que vienen de la mano de los primeros.
 
El resultado de todo esto es un atracón de Nostalgía.
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… Y Santi la lió.

He leido con interés, y sorpresa creciente, la polémica sobre las declaraciones de Santi Santamaria en prensa. Debo decir que me han sorprendido sobremanera. ¿Como es posible que alguién afirme, seriamente, que unas declaraciones, una opinión inciden, negativamente, en la imagen de nuestra cocina en el mundo?, ¿alguién lo cree realmente?. Si es así, deberían volver a pensar en que se basa nuestra imagen, tan debil y fragil que no soporta la crítica ni puede exponerse al escrutinio. Si así fuese, nadie podría opinar en contra de la mayoría, nadie tendría el derecho a discrepar y el pensamiento único sería el válido y permisible.
El ataque unitario y furibundo del resto de la profesión, de sus colegas, me hace pensar que, a lo mejor, algo de razón hay. Probablemente no en el uso de la metilcelulosa o los conservantes y productos químicos, sino en el fondo de la cuestión: «la puta pela» y el «todo vale». Estamos haciendo de la cocina, de un tipo de cocina, un artículo de lujo, un objeto de deseo, mayor cuanto más inalcanzable. Más deseable a medida que sabemos que no podemos accederla.
Desde este punto de vista creo que Santamaría tiene razón. Se encuentra en la cocina y la comida una excusa, otra más, para hacernos saber que el éxito, la sabiduria, el reconocimiento social se apoyan en tener y disfrutar de todo aquello que no es común. Visitar y contar que hemos estado, y disfrutado, de aquello que los demás sólo desean nos hace sentir mejor y mejores.
Si es así, Santi tiene razón, pese a quién pese.

¡que dificil?

Que dificil resultan las relaciones humanas. Intentamos a toda costa evitar los conflictos, esquivar las confrontaciones y disimular los enfrentamientos… y descansamos cuando finalizamos una reunión, cuando damos por cerrada una situación que suponíamos conflictiva sin que, finalmente, se desencadene el conflicto o la confrontación.
Sólo después, muho después, comenzamos a pensar ¿cual ha sido el precio?, ¿cuanto ha costado? que el conflicto, la confrontación, el enfrentamiento no se haya producido. Sólo después, contabilizamos las pérdidas y decidimos, que otra cosa podemos hacer ya, aceptar que el precio pagado ha sido bueno y justo. Al fin y al cabo hemos evitado, aplazado seguramente, el roce inevitable, la desagradable carga de adrenalina que nos asustaba y preocupaba. Finalizado el recuento, los gastos se nos antojan aceptables, el precio justo y la remuneración sufciente.
Pronto descubriremos que. como en los prestamos, sólo hemos pagado por un poco más de tiempo, que hemos desembolsado los intereses y hemos olvidado el principal. Antes o después, y sería mejor antes, deberemos enfrentarnos al total de nuestra deuda y, por desgracia, no seremos nosotros quienes escojamos forma, lugar y tiempo. Serán otros, porque así lo hemos decidido, los que encuentren su lugar, su tiempo y su modo para pedirnos el pago completo y será entonces, cansados y sin moral, que tengamos que enfrentarnos al temible enfrentamiento, más temible aún porque hemos permitido que crezca y se desborde.
Más nos valdría enfrentarnos hoy a nuestros temores y confrontar nuestras opiniones y diferencias. Al final nunca son tan terribles y lo que hoy parece abismo, puede saltarse, mañana se torna insalvable.