!En la cima del mundo mamá, estoy en la cima del mundo!

 
De mi padre y su relación con el cine, recuerdo algunas cosas, creo que, a día de hoy, no habran cambiado demasiado.
 
La primera está relacionada con las fotos y la película que encabezan esta nota. Mi padre, detrás mío, apoyado en el sofá, viendo la imagen que aquí se muestra o alguna un poco anterior y diciendo: "Al Rojo Vivo, buena pelicula".
 
Si tenemos en cuenta que mi padre siempre preguntaba, y continua preguntando, "¿que pelicula es?, ¿es buena?", me sorprendió ya entonces y me sorprende todavía hoy que recordase esta escena y el nombre la película.
 
Mi padre tenía razón entonces y la tiene ahora, "Al rojo vivo… buena película". Me llevaría demasiado explicar porqué esta pelicula es, para mi de la misma forma que lo es para mi padre, una buena película. Otro día con más inspiración, tal vez sepa como explicarlo.
 
Lo segundo que recuerdo de mi padre y su relación con el cine, y las películas, es su trabajo en el cine Rex. Para todos aquellos que sean de Madrid, más o menos de mi edad, quizá hasta 10 años menos, recordarán en cine Rex en la Gran Vía. Ahora ya está cerrado y ni siquiera recuerdo que ocupa su lugar, ¿un hotel?, ¿un vips?, ¿un Gino’s?.
 
Todavía hoy, mi padre nos habla de su trabajo allí. Trabajó en la cafetería y fué uno de sus "pluriempleos" cuando llegó a Madrid. Nos recuerda que fué allí donde vió, muchas veces, "Por un puñado de dólares" y "El bueno, el feo y el malo". Supongo que vería muchas más, pero cuando nos habla de las películas que allí vió nos habla de estas y de "Tom y Jerry". Para los que sean más jóvenes que yo y no hayan conocido el Cine Rex, les diré que antes, en el cine, como prólogo a las películas se ponía o bien un corto o bien dibujos animados. Quizá las películas eran más cortas o quizá el cine se entendía como un espectáculo más completo, un espectáculo que debía llenar más tiempo. O quizá, los propietarios de los bares tenían que vender y siempre se vende más si hay cortes. Ahora no hay cortes, compras las palomitas al principio… o no las compras.
 
Lo tercero que recuerdo de mi padre, curiosamente mi chica también lo recuerda del suyo… será porque eran de la misma época, es verle pasando detrás mío mientras comenzaba alguna película de la Metro y decir, sin dejar lugar para la duda o la discusión: "Una del León, esta tiene que ser buena".
 
Los especialistas en publicidad de hoy en día deberían aprender de aquellos que se inventaron el León de la Metro. Si tenemos en cuenta que entonces había poca tele, la prensa no estaba tan extendida como hoy (ni siquiera había periodicos gratuitos), Internet solo funcionaba como proyecto para una red militar segura (ARPA creo que se llamaba entonces) y el resto de medios que hoy nos bombardean no se habían pensado. Crear una imagen de marca debía ser muy dificil y, pese a todo, ellos crearon una imagen sólida de marca. Tan sólida que bastaba con mi padre, y el de mi chica, viesen el León, o lo escuchasen, para saber que lo que vendría después era una buena película. ¡¡¡¡Chapeau!!!! señores.
 
Lo último que recordaré hoy de mi padre y su relación con el cine es que siempre que empezaba una película mientras el se iba a la cama, se paraba detrás de mi sillón y, con las manos en el respaldo, se quedaba mirando el comienzo. Cuando yo le decía, un poco molesto porque se quedase detrás mío, "Siéntate a verla", el siempre me respondía: "No, me voy a la cama". Espero que continúes haciéndolo, pararte, mirar y luego ir a la cama. Los recuerdos para uno comienzan a ser algo importante y, a ese mismo uno, le gusta pensar que las cosas continúan siendo tal y como las recuerda.
 
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Lo malo de los chicles es que cuando se quedan sin sabor no saben a nada.

… Va por ti Roberto. Aunque ahora sea dificil y complicado vernos y ya no seamos capaces, al menos tan capaces, de reirnos juntos como lo haciamos antes, yo me acuerdo a veces de aquellos días. Me acuerdo de Fernando ironizando, por decirlo amablemente, con la gente… y bebiéndose la cerveza de un camarero.
 
El encabezamiento de esta entrada es y, probable y lamentablemente, será la única frase célebre que se me pueda atribuir. Durante algún tiempo, en mi más tierna juventud, me aficioné a comer chicles. Entonces fumaba menos, de vez en cuando soltaba presión con unos gritos impresionantes y… comía chicles. Un día, volviendo de la facultad o del C.O.U., ya no lo recuerdo, se me ocurrió soltar tan brillante frase en presencia de un, todavía, afilado y puñetero Roberto.
 
Creo que desde entonces y durante bastante tiempo, estuvo recordándome tan brillante creación con una mezcla de ironía, sarcasmo, retranca y, simple y llano, choteo. Creo que me lo tenía merecido entonces y probablemente ahora.
 
Yo que siempre he sido aficionado a la fraseología, seguramente porque me fascina la capacidad de alguna gente para comprimir en una sencilla frase pensamientos complejos, no he sido capaz de ir más allá de un pensamiento reiterado y trivial: "Lo malo de los chicles es que cuando se quedan sin sabor no saben a nada".
Sabiduria popular en estado puro, cristalino. Una soberana tonteria.
 
… Va por ti Roberto. Espero no olvidar nunca aquellos días, aunque signifique recordar lo simple y tonto que pude llegar a ser.

Esperanzas frustadas

Supongo que intento atenuar mi frustacción. Si no es eso, no encuentro otra explicación para este rapto pasional por la escritura. Casi un año sin escribir ni palabra  y ahora, tengo la necesidad de volver.

Como decía en el primer párrafo, tal vez sea por la necesidad de atenuar la frustación y la desilusión. Ayer, como tantas otras veces aunque ahora no pueda recordarlo, algo que me hacía, realmente «nos» hacía a mi, a mi chica y a mi niña, ilusión se ha escapado. Como tantas otras cosas que ahora no quiero recordar, de entre nuestros dedos. Consecuencia, seguramente, de no haber apretado el puño con fuerza suficiente.

Algo que nos hacía ilusión ha pasado, en un breve instante, de ser posible a ser inalcanzable. Sutil la transformación y devastadores los efectos, contradictorio en apariencia pero terriblemente real. Tan sutil transformación, en ningún momento aquello que era objeto de nuestro deseo estuvo en nuestro poder, sólo pudo estarlo, tiene efectos reales y terribles. Ha llevado a mi chica a un estado de frustación, desilusión y casi depresión y a mi a estar mosqueado, más por las consecuencias que por el hecho en si mismo.
Si lo miro con frialdad, no nos resulta extraño, por suerte o por desgracia, nos ha pasado antes, y nos volverá a pasar. Confío en que, al menos en esta ocasión, hayamos aprendido algo. La reflexión está muy bien, pero si quieres algo, mucho, olvídate de la reflexión y hazlo… luego pensarás en las consecuencias.
En fin… a ver que nos trae mañana. Calor seguro… algo diferente.

… Time’s Fly

… Mon dieu, o como quiera que se diga, vuelvo a conectarme y ha pasado casi un año de mi última anotación. Lo haga como lo haga es imposible que mantenga al día esta cosa, o lo que sea.
Hace poco más de una año decidí abrir este blog para retomar la vieja, y yo pensaba que buena, costumbre de escribir algo de vez en vez y resulta que un año después he escrito cinco miserable, escuetos y paupérrimos comentarios. Desastroso, ni con blog ni sin blog, ni contigo ni sin ti, no hay forma de retomar las viejas costumbres. Sea por el trabajo, sea por lo que sea, no hay forma de hacer que esto se mueva, quieto está y parece que no seré yo quién lo mueva.
A ver si mañana, que sin duda será otro día, la cosa mejora y estoy más inspirado… o expirado… quién sabe.