To be
Desde que aprendí que los ingleses pueden ‘ser’ y ‘estar’ a la vez, mi mayor deseo ha sido formar parte de tan increíble pueblo. Para mi desgracia nací extranjero y este capricho del azar me ha impedido tan prodigiosa duplicidad, el idioma en que vivo me obliga a esforzarme si deseo ambos significados.
He solicitado mi nacionalización, naturalización, inclusión o adopción en más ocasiones de las que puedo recordar, siempre con resultado desfavorable a mis intereses. He explicado mis desvelos a cuanto inglés, o angloparlante, he encontrado. Mis intentos han obtenido como resultado indiferencia, sorpresa, sospecha, rechazo o miedo, pero nunca comprensión o interés. No cejo, sin embargo, en mis empeños y confío encontrar algún representante de tan venerable comunidad que sea sensible a mis súplicas y razonadas motivaciones. Mientras encuentro quién me socorra, me veo obligado a continuar con esta existencia dividida.
Desde el día en que me nacieron, ser me resulta inevitable, incluso cuando ‘estoy’ dormido no puedo descansar de la otra imposición y así, cuando despierto lo hago agotado por el esfuerzo y soy hambriento, cansado y malhumorado. Tan denodados esfuerzos me obligaron a tomar drásticas decisiones y por eso, he integrado en mi tantas características como he podido, otros con menor sensibilidad o mayor resistencia que yo pueden poner o quitar adjetivos a su existencia y así están aburridos, hambrientos, enfadados o cansados, a mi me resulta imposible el esfuerzo de poner para luego quitar y me veo obligado a ser, o intentarlo, todo lo aquello por lo que ellos pasan sin quedarse.
Mi médico insiste en que las nuevas pastillas me ayudarán a olvidar mis delirios aunque yo se que la única solución posible es que sea inglés, sólo entonces dejaré de ‘ser’ un desequilibrado y podré ‘estarlo’.