Palabras -un divertimento-

Pues si hijo mío, allí los barcos son “vaixells”, pero yo que he visto flotar igual a los unos que a los otros puedo decir que lo mismo me da como se mienten mientras vayan por donde deben y hagan lo que tienen obligación. Otra cosa es como se los imaginen por allí, que eso es cosa que no sé, aunque a mí el nombre me da por pensar que los imaginarán a vela, de madera y plenos de cañones y bombardas. Será porque el nombre me recuerda a lo bajeles sobre los que leía cuando chico en algún tebeo, que así se llamaban los comics entonces, o a ese otro del poema de Espronceda: “Bajel pirata, que llaman…”. Lo que no imaginarán, supongo, es que se sean de bollo,  redondos y con un agujero en medio como esos otros con g, bagel, que según dicen son muy comidos en New York, o Nueva York como la llamamos nosotros.

Hijo mío, esto de las palabras es todo un mundo, más incluso, un universo completo y lo que aquí llamamos así, allí lo llaman asá y a pesar de todo se entienden igual de bien, o de mal, que todos. Deberás poner cuidado y atención, allí y en cualquier lugar, y así entenderás si lo que te dicen es por aprecio o te mientan a la madre.

Sensaciones también las hay, aunque se digan diferente, y así, por allí en verano hace “calda”, y no poca, que es como nuestro calor pero más húmedo. Eso de la “calda”, siempre me hace pensar en escaldar, que es lo que se hace con los tomates para que sea más fácil pelarlos o lo que mi madre me hacía si me pasaba comiéndome los padrastros, que eran unos pellejillos en los dedos y no, dios me libre, casados en segundas nupcias con mi madre que ni yo los tuve ni mi madre los necesitó. Y si el verano es caluroso, el invierno es más amigable y será por eso que le tienen más confianza y a lo que hace, le llaman “Fred”, así por su nombre de pila y en inglés, será por los turistas.

Ya veo hijo mío que hoy la historia te gusta y todavía no quieres dormir, así que continúo un poco más, que aunque yo no me acuerde de todo, algo más si recuerdo.  Recuerdo por ejemplo que siempre me resultó curiosa la costumbre de decir con más palabras lo que se puede decir en una y así dicen “puntada de peu” cuando quieren decir patada, aunque lo uno y lo otro cumple la misma función y aunque crea yo que usando una te ahorras aliento que puedes emplear en la acción, no les diré yo como tienen que hablar. Los que han sufrido de las unas y de las otras, dicen que si te la dan en los “collons” duele igual la larga que la corta y lo mismito que si te la diesen en los huevos, o cojones si de igualar se trata. Por fortuna para mí no conocí, ni conozco a día de hoy, de las unas o las otras y ni en aquellos ni en estos.

Y si algunas veces amplían, por demás, otras disminuyen, por demenos y así, me parece a mí que se comen algunas letras, sus razones tendrán aunque no me las explicaron. De esta forma, hurtando letras, a lo santos les llaman “sants” y digo yo si será por desconfianza que se guardan la o, quizá como rehén por si es necesario apretarle al santurrón. Y no sólo a los cielos le hurtan, también a las frutas y por eso lo hacen con el melón, que llaman “meló”, aunque no sé de que guardan la n, como no sea para acompañar al jamón, que allí es “pernil” y por eso aclara mucho, porque parece que viene  de pierna y te imaginas de donde salió.

¿Sabías hijo mío que las lenguas también juegan?, igual que tú en el parque o en el patio y lo mismo que tu cambias cromos cuando los tienes repetidos, ellas, las lenguas, se cambian palabras y se las prestan cuando las necesitan. Nosotros sin ir más lejos, les tomamos prestadas algunas, a mi una que me hace gracia es capicúa, juntando en una lo que en origen son tres: “cap i cua”, que utilizamos para decir que un número tiene la cabeza igual que el culo.

Ya nos vamos acercando al final pequeño, y no puedo dejarte dormir sin contarte algo sobre los sentimientos y como se dicen. Para quererte te dicen “t’estimo” que aunque suene parecido es más, mucho más, que estimar porque no sólo te dan la mano o te invitan a una cerveza, te abrazan y te besan igual que cuando te quieren. Más allá de eso, dependerá de tu habilidad y paciencia y no de cómo lo digas.

Y para despedirme hijo mío, que parece que ya te va viniendo el sueño, decirte que creo que allá son más pitagóricos que cristianos y por eso al despedirse en vez de mentar a la divinidad lo hacen a un número y dicen “adeu” y no adiós, despidiéndose así del 10. Para evitar malos entendidos prefiero decir que “me’en vaig” y así arreglo el problema y te dejo dormir por hoy.

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