El primero en caer fue el negro, la brutal energía cinética de los proyectiles disparados por el francotirador enviaron su cuerpo sobre la pequeña mesa de cristal del comedor.
Vidrios, migas de galleta, leche, sangre y su vida se mezclaron y desparramaron en el suelo.
Mel y Gas aterrorizados se lanzaron a tierra; el resto de inútiles proyectiles perforaron los muros de pladur añadiendo yeso a la asquerosa mezcla que se extendía por la tarima.
Gateando, intentaron llegar a la puerta del recibidor. Mel lo hizo en primer lugar. Se levantó, no vio al policía vestido de negro que allí los esperaba; no se fijo en la beretta ni escucho el disparo que se llevo por delante sus sesos; sueños, miedos y pensamientos volaron con ellos.
Gas retrocedía, sus botas aplastaban con cada paso el desastre en que habían convertido aquella casa; vidrios, migas de galleta, leche rosa, sesos, yeso y miedo alfombraban su camino a ninguna parte.
Manos abiertas y levantadas frente al pecho, inútil gesto ante una ráfaga de HK.
Motas rojas desde la ingle hasta el cuello, cansado Gas se recostó en la pared; apoyado en su sangre se dejó caer y murió sentado.
Vivieron siempre entre camellos, hicieron de irrumpir en las casas una lucrativa profesión que acabó siendo, otra más, adicción.
***
La noticia abría los telediarios y tranquilizaba a la asustada población. La colaboración entre GEO y GEI había sido impecable; delincuentes aparte, no había que lamentar daños personales. Aún así la operación Christmas se mantenía abierta, quedaba uno; por poco tiempo esperaban las autoridades, el cerco se cerraba inexorable.
A estas alturas, estaba claro que Klaus (alias El Gordo Rojo, alias 3Hou, alias Santa) no llegaría a Navidad.