Preservación

Preservación

Conscientes de la extrema gravedad de la situación que venimos padeciendo en los últimos años, este ayuntamiento y el equipo que eventualmente lo gestiona se ve en la obligación de buscarle alivio, en la medida que los magros recursos a nuestra disposición lo permitan. Por ello, acordamos las medidas de preservación que a continuación se detallan: «Toda unidad familiar (sea esta mono, bi, tri o multiparental y tenga o no descendencia) empadronada en este municipio recibirá, en  un plazo máximo de 30 días contados a partir del presente, en depósito y custodia un ejemplar de mosca y otro de mosquito». Junto a los especímenes, se hará solemne entrega de la obligación de su cuidado, sostén y salvaguarda.

Conocedores también del extremo cariño de esta localidad y sus habitantes hacia todo animal, sea vivo o guisado y aliñado, esta asamblea no puede considerar idea descabellada que sean muchos los clanes que ya posean, bien en propiedad bien en usufructo, uno o más ejemplares de las mencionadas bestezuelas. Conscientes de estos hechos y sabedores que no podemos permitir, más aún en estos tiempos repletos de corruptelas, apaños y componendas, que sombra alguna de inequidad o injusticia ensombrezca este magno y pionero conciliabulo, nos vemos por fuerza impelidos a salvaguardar la apariencia de justicia y equidad en este ilusivo y apasionante proyecto. Por todo lo expuesto, debemos considerar y consideramos que la posesión previa -sea esta voluntaria, involuntaria o accidental- de ejemplares de dichas raleas no es motivo suficiente en ningún caso, circunstancia o condición para cualquier alegación o eximente -sea este total, parcial o porcentual- en el cumplimiento de esta universal, si bien limitada al ámbito geográfico de nuestra urbe, obligación.

Los mentados ejemplares serán otorgados en guarda, amparo y tutela volubles; debiendo ser esos mismos y no otros parecidos, semejantes, sinónimos o análogos, retornados a esta institución en el plazo exacto de seis meses, naturalmente transcurridos, desde la fecha de su entrega. Dicha fecha será considerada a todos los efectos, sean estos deseables o secundarios, aquella que el honorable y augusto funcionario comisionado haga constar, mediante estampillado estruendoso y monocromo, en el albarán de erogación entregado en el momento de la toma de posesión de las aladas mercancías por parte del afortunado, eventual y putativo tutor.

Debiendo velar esta institución por el cuidado, bienestar y confort de los bichejos entregados en custodia; estima adecuado comisionar la manutención, higiene y mantenimiento en general de los mismos al beneficiario; debiendo este detraer -con manifiesto alborozo y regocijo- de sus haberes los dineros necesarios para proveer cabalmente de manduca, sustento, refugio, esparcimiento, aseo y cuantas necesidades se considerasen necesarias para su correcto acomodo. Si algún vecino considerase fundado alegar que su peculio no da para estos dispendios, podrá suplicar a este cabildo que se le dote con alguna de las becas, ayudas, subvenciones, suplementos o subsidios que a tal efecto han sido reservados. Dicha súplica deberá obligatoriamente tramitarse, por triplicado y con coda, a través de las instancias y ruegos que se pondrán a disposición de los demandantes en todas y cualesquiera de las oficinas de atención a la ciudadanía y asimilados.

Siempre al acecho de incumplimientos e infracciones, esta institución resuelve crear por la presente la agencia de Inspección y Revisión Especial del Bienestar, facultada por ley y por narices a realizar cuantas inspecciones se consideren necesarias para verificar el cumplimiento de lo antes acordado. Dichas inspecciones podrán ser presenciales o no, considerándose remotas en este último caso; intensivas, extensivas o mixtas (acompañadas de queso) y su cadencia o frecuencia mucha o poca, dependiendo del ánimo, disposición y temperamento de los agentes encargados de su realización. Los inspeccionados deberán mostrar la cooperación esperada siempre que se les solicite o demande, no pudiendo alegar, entre otros: desconocimiento, ausencia, apatía, abulia, soponcio, ajetreo o desmayo para hurtarse a las mismas. El procedimiento y contenido de dichas revisiones será objeto de una normativa específicamente especial y se desarrolla en documento separado, anexo y adjunto al presente, aunque por el momento no se incluya.

A efectos de identificación de los especímenes, se ha dispuesto dotar a cada ejemplar de una minúscula matrícula alfanúmerica e indeleble que se mantendrá solidariamente unida al mismo a través de una cadenilla sujeta a una de sus múltiples extremidades (comúnmente denominadas patitas). Será en el momento de la restitución cuando el funcionario a cargo de la entrega revise la identificación, confirmando que sea esta la correcta, se halle incólume y corresponda fielmente con la asignada al receptor, devenido en este acto devolutor, no permitiéndose cambios, trueques ni permutas inter-civium, sea cual sea el motivo alegado para estas. Además de la realizada a la identificación, el administrativo ejecutará también revisión preliminar y exhaustiva del estado general en que se reintegran los insectos, debiendo ser este similarmente idéntico a aquel en que fueron dispensados. De manera primordial, aunque no exclusiva, la revista se centrará en todo lo que hace relación a su salud, limpieza, aleteo y pesadez. De no ser el resultado general el anhelado, los responsables de cualquier tara, quebranto, merma o menoscabo deberán indemnizar cumplidamente a esta institución en la cuantía que marque el justiprecio que cada ejemplar llevará engominado en el reverso de la antes mencionada matrícula.  En ausencia, pérdida o ilegibilidad de dicho precinto, se reserva este concejo el derecho a fijar el precio basándose en la opinión experta que considere más adecuada a sus intereses o más le plazca en cada momento.

No podemos terminar el presente edicto sin señalar que el compromiso de nuestra ciudad con toda vida, animal o no, es ejemplar y ejemplarizante cual vida de santo. Sabemos que otras urbes en el orbe observan con celo, recelo y envidia el arquetipo que, sin duda, representa este novedoso advenimiento; lo aceptamos con resignación y alboroto, alguien debía tomar la iniciativa y nos complace ser una vez más los primeros en dar tan importante tranco, sin temor al traspiés. Podrían los más críticos argumentar que llegan demorados estos denuedos, tienen parte de razón en sus cuitas quienes así se expresan, cierto es que no podemos recuperar ya a todos aquellos mamíferos, reptiles y aves que hemos exterminado con entusiasmo, aunque sin aviesa intención, en estos años. No es menos cierto, empero, que nuestro compromiso con lo que resta: insectos, artrópodos, moluscos, equinodermos, crustaceos, gambas, centollos y bichos en general, es firme, inflexible e inalterable, rocoso incluso. Hoy comenzamos con las moscas y mosquitos, en Navidad serán los carabineros, ostras y percebes y con el amanecer del nuevo año les tocará a las cucarachas, arañas, ciempiés y escarabajos. Pronto nuestros paisajes volverá a poblarse de la asquerosa vida que nunca debió desaparecer.

Barcelona, 01 de marzo  de 2027.
La Alcaldesa, etc. etc. etc.

Postfacio (epílogo):

No tengo ni la más remota idea de porqué algunas imágenes se convierten en potenciales historias mientras otras pasan sin dejar rastro. En este caso, bastó una simple mosca para despertar, hace ya algún tiempo, el germen de esta.

Empezaba la primavera y me descubrí una mañana de sábado observando las erráticas evoluciones de uno de estos pesados, omnipresentes y contumaces bichos. Lo primero que pasó por mi cabeza es que empezaba el buen tiempo y ya teníamos en casa la primera de una serie que seguro continuaría hasta bien entrado el otoño. Quizá por aburrimiento la idea continúo su devenir y pasé entonces a pensar que tal vez cada casa y familia tuviese en ese preciso instante otra mosca rondando y alguien mirándola e imaginando lo mismo que yo ¿Y si alguna autoridad o ente superior fuese la responsable de la aparición de esta primera mosca? ¿y si tuviésemos que asegurar su supervivencia toda la temporada y devolverla en perfecto estado al finalizar el verano? De ese par de preguntas nació la idea de que fuese el Ayuntamiento el responsable de entregarnos cada año una mosca en custodia y nuestra la obligación de retornarla en perfecto estado de revista al final del verano.

Una vez planteada la historia, sólo restaba encontrar la forma de contarla. En esta ocasión he decidido hacerlo desde el más insensato de los absurdos y más como un juego con las palabras que cómo un verdadero relato. El resultado creo que es uno de los más estrambóticos y disparatados edictos que Ayuntamiento o autoridad alguna hubiese imaginado nunca promulgar. 

Anuncio publicitario

A dios pongo por testigo…

A dios pongo por testigo…

Hace algunas semanas, el tiempo todavía era templado y no hacía falta abrigo, iba camino de una reunión cuando a mi vena creativa le dio por desatarse; anonadado, tuve que pararme, la avalancha de ideas era tal que o las escribía allí mismo o se perdían irremediablemente; curioso sentido del humor el de la «vena», cuando me siento a escribir se vuelve tímida y no fluye, pero si voy deprisa por la calle porque llego tarde, le da a la puñetera por asomarse. Será que la inspiración tiene estas cosas y te pilla sin aviso donde le viene en gana y allá tu si la atiendes o no, si a esto le añadimos que siempre he sido de creatividad tempranera y motriz, no me extraña tanto que apareciese en el momento en que lo hizo.

Tengo muchas carencias, una de ellas es que no se escribir sin apoyo o en movimiento, cuando lo intento me salen unas letrujas ilegibles e infames y los renglones se me vuelven flácidos y cabizbajos. No me quedaba otra que pararme y agenciarme un sostén -para escribir, de los otros no necesito por el momento, aunque no lo descarto si continúo engrosando mis perímetros- para mi fortuna encontré uno cerca, precario eso si, en un bonito y enorme macetero de esos que el ayuntamiento dispone a lo largo y ancho de la ciudad, para engalanar supongo, o para hacernos más agradables las vistas y simular que caminamos por la naturaleza cuando lo hacemos por la Diagonal, o para poner a salvo a las plantas y arbolillos de tanto vándalo que corre por ahí (la verdura seguro que no la catan, pero disfrutan a modo los muy cafres destrozando y emporcando a conciencia arbustos, aligustres y plantitas varias. Colillas, latas, botellas, plásticos y mierda en general adornan por doquier estos aderezos vegetales). A lo mentados usos oficiales y ya mentados, se añadió aquel día uno que seguro no tiene contemplado el Institut de Parcs i Jardins (aprovecho desde aquí para reclamar  la parte que me corresponda si deciden patentarlo o darle publicidad) el de escritorio improvisado. Así dispuesto, garabateé rápido lo que me pasaba por el magín, primero porque ya llegaba tarde y las pulsiones literarias no son excusa aceptable para los retrasos laborales y después por vergüenza, la que me daba que los peatones me mirasen de reojo mientras emborronaba una cuarto de página, ¡como si fuese yo un bicho raro!, que realmente lo soy, aunque prefiera mostrarlo en la intimidad… de mi escritorio.

¿Y que contenían aquellos garabatos y letruchas que tanta urgencia me provocaban?, no eran otra cosa que títulos. Encabezamientos que en aquel momento me parecieron sublimes, magistrales, ineludibles y necesarios, como lo fueron el ungüento Pallesqui y el bálsamo de Fierabras.  Aquellos comienzos eran todo lo que necesitaban otras ideas para ordenarse y comenzar a fluir.  Series, conectadas a través de una temática común, que llevo años cociéndose y engrosando libretas, encontraban por fin en ellos sus cuidadores y benévolos progenitores, el lugar en el que existir y medrar.

Frutos del arrebato, son los siguientes:

  • «A dios pongo por testigo…»
  • «Aquellos maravillosos años»
  • «¿Pero que coño dices? (Habla vd. un pijo de bien)»
  • «Ni loco paro aquí»
  • «Ande yo caliente…»
  • «Escuchad a los niños»
  • «Lo que de joven no pruebas, maduro no lo catas»
  • «¡Mira que eres burro!»

«A dios pongo por testigo…» nace con la sana intención (todas vienen al mundo saludables, aunque no siempre evolucionen con provecho), de acoger en su seno maternal todas aquellas ideas, arrebatos y ocasiones en las que nos comprometemos por lo más sagrado a no volver a realizar, padecer, sufrir o ejercer actividad, vicio o padecimiento en el que no queremos reincidir. Si en la frase original los puntos suspensivos eran reemplazados por «… que nunca volveré a pasar hambre», aquí me atreveré con objetivos menos trascendentes, será porque hambre, más allá del que causa el comer a deshoras o no hacerlo porque tienes un «marrón» al acecho, no he sufrido nunca. Me limitaré a esos compromisos, privados las más de las veces, públicos si hemos bebido en demasía, que proclamamos con entusiasmo y con el mismo entusiasmo dejamos languidecer hasta su desaparición.

Como la introducción se me ha alargado más de lo esperado, lo dejaré aquí, no sin empezar la serie proclamando a quién quiera leerlo que «A dios pongo por testigo que no no volveré a caer en la digresión»…. sólo el tiempo y los dioses dirán si puedo hurtarme a tan vieja y confortable costumbre.