Se encontraron en ese momento de extraña tranquilidad que ocurre entre el cierre de las puertas del vagón y la inevitable inundación de nuevos cuerpos somnolientos.
Extraños que han perdido un tren, desconocidos que esperan y se miran por azar.
Ella se fijó en sus ojos grises, tristes y tranquilos, bonitos a su manera. Giró la cabeza buscando dos luces en el túnel.
El prefirió imaginar, pensar como sería el cuello y la nuca que apenas ocultaba su corta melena.
La conexión se perdió en la repentina marea, extraños y desconocidos otra vez antes de ser devorados por el insaciable vagón.
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Muchas gracias, anima saberlo
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