Creyentes

Creyentes

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Inventamos los dioses para explicar lo inaprensible, pero acabamos creyendo que nuestro invento nos imaginó. Todo es así más sencillo. Creyendo. Hay así una respuesta y una razón para todo aquello que de otra forma no resulta imposible. Lo mismo da si es en la vida eterna y el paraiso o que los buenos van al cielo y los malos se abrasan en el infierno. Resulta así que el universo puede ser el sueño de Brahma. O la tortilla existir sólo si se elabora con cebolla.

A cambio, protección y certeza, no hay dudas, pase lo que pase estarás a salvo entre los elegidos. Al otro lado espera la incertidumbre, no saber si tu próxima acción es correcta, o errada y tendrás que evitarla. Es asomarse a la tierra como quién mira la posesión que le pertenece por herencia o mirar el cielo sabiendo que es hermoso a pesar de su vacio.

Tranquila esclavitud o solitaria libertad.

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Porcentajes

Porcentajes

IMG_20190326_090519_697.jpgEn la red todo es más sencillo. Sin hormonas ni química. Diáfano todo, contado y medido, sin malos entendidos.

Nos enfadamos, sólo si el equilibrio del conjunto así lo demanda. Cuando lo hacemos, sólo el tiempo y con la intensidad justas: 63,48% durante 35,2 segundos.

Con el miedo sucede lo mismo, y con la alegria, la tristeza o la sorpresa. Siempre el porcentaje adecuado de cada una de ellas durante la cantidad justa y precisa de tiempo, así se crea el equilibrio, así dotamos de personalidad.

Equilibrio, el que aportan los números y las emociones entendidas como especias y aderezos, nutritivamente irrelevantes pero irreemplazables en la construcción del temperamento.

Ilusión

Ilusión

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—¡Es increible, parece tan real!

—¿Que eran mamá?, ¿donde vivían?, ¿eran tan grandes?, ¿que comían?

—Ballenas las llamaban, creo que en el mar; probablemente hija mía, en el cartel pone a escala real. No lo se niña, no lo pone en el folleto.

—Ponté ahí, a su lado y te sacaré una foto ¡No toques que puede romperse y nos reñirán!

Pérdidas

Pérdidas

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En un momento nos acompaña, al siguiente ya no está. Quedamos solos y abandonados en nuestro cochecito. El desamparado, perdido y asustado en la acera. Pequeños y sometidos a los designios de otros no podemos volver a rescatarlo. Son nuestros padres los que deciden no llegar tarde a la guardería a cambio de un objeto, ese que para nosotros es imprescindible e incondicional y para ellos sólo uno más.

Clavado en nuestra memoria empezaremos así el aprendizaje, ese que nos enseña que el camino que nos toca recorrer está jalonado de pérdidas: amores, sueños, ilusiones, amigos, familiares, adversarios. Terribles todas ellas, pero la mayor durante mucho tiempo será sin duda la de nuestro primer peluche extraviado.