Al fin han prohibido en esta icónica plaza, además de aparcar motos en la acera, la presencia de Piolín.
Mucho hace que los incondicionales seguidores del injustamente denostado gato Silvestre venimos demandando medidas excepcionales contra este pájaro de cuenta. Parece que nuestras quejas han sido al fin escuchadas y atendidas, nuestros munícipes no han podido permanecer ajenos por más tiempo al clamor desatado contra esta ave aborreccible.
La presencia de este inmundo canario nunca ha sido bienvenida en nuestras calles y plazas; esperamos pués que la iniciativa que hoy comienza aquí se extienda con presteza al resto de la ciudad y más bien pronto que tarde podamos celebrar la total supresión de esta figura de la vida pública de nuestra amada urbe.
Si bien la abuelita lo tenía en alta estima, una muestra más y evidente esta de sus múltiples prejuicios y racismo rampante, siempre hemos sido mayoría los que consideramos odioso a este pajarraco; su hipertrófica cabeza y no menos desmesurados pies hacen de él un ser deforme, monstruoso y aborrecible; sin entrar en su dudosa catadura moral y actitud abusiva. Más despreciable es aún que el cariño que este adefesio despertaba en la vieja chocha, lo hiciese a costa de abusar sin medida de un ser ser tan entrañable y desprotegido como acabo siendo Silvestre. Hoy podemos reivindicar en esta prohibición la figura olvidada de aquel heroico y tenaz minino.
…Y esto sólo es el comienzo, si Piolín nos cae mal, el Corre-caminos nos resulta totalmente odioso; por eso esperamos que este pequeño éxito sirva como acicate y ejemplo al Coyote para atrapar a tan escuchimizado bicho y pueda por fin resarcirse de años de ignominia con su escasa y sin duda correosa carne.