
Parque del Buen Retiro (Madrid)
Algunas fotos parecen crónicas o inevitables. Poco deberían aportar a quién las mira, porque de tantas que hay poco nuevo podré yo hallar en otra más.
Y a pesar de ello, si hay una diferencia, inapreciable para casi todos. Está a este lado, en el temperamento de quién la toma y en las reacciones de un puñado de observadores, aquellos en los que esta imagen mil veces reiterada despierta sensaciones y recuerdos. No por la calidad, sea está buena o mala, de la toma sino por ser el reactivo que precisa la imaginación para rememorar.
En unos serán juegos y risas, en otros hermosos atardeceres de un tiempo en el que el mañana todavía estaba por venir; en alguno besos nunca olvidados y amores ya imposibles; en otro desengaños y dolores que a fuerza de tiempo arrinconados hasta que se vuelven soportables.
Esos recuerdos, nuestros o ajenos, están de una forma u otra en todas y cada una de las imágenes que atrapamos y es por ello que ninguna sobra y todas son necesarias.