Persigue tus sueños; se incansable, implacable. Son astutos y taimados, por tanto se listo y perseverante.
Engatúsalos sin vergüenza, engáñalos si es preciso; promete todo, esto y aquello, el oro y el moro, lo que sea preciso.
Cuando al fin los encuentres, elimínalos sin piedad; extermínalos aunque te parezcan pequeños, encantadores y desvalidos. No te dejes engañar, no los dejes crecer y hacerse fuertes. Sólo al principio son débiles y están desamparados, ese es el único momento en el que podrás acabar con ellos.
Cuando dudes, recuerda que han nacido para joderte. Te hacen creer que puedes ser algo que nunca serás; intoxicado por ellos llegas a pensar que lo remoto es alcanzable y puedes ganar incluso lo que no está en juego.
Si crecen se vuelven insaciables, contagiosos y fértiles. Son perniciosos, casi infecciosos.
Aniquilalos sin clemencia o serán ellos los que te acosen. Cuando los sueños crecen torcidos se transforman en pesadillas.
Nota: Si alguien siente curiosidad por saber que era una quimera para los griegos, por aquí encontrará una definición.
Y aunque tenga poco que ver con la entrada, mientras la escribía en mi ordenador sonaban unos tipos tejanos y barbudos: https://isn.page.link/kDHG