Resiliencia

En estos días en los que un organismo más simple que el mecanismo de un chupete nos ha puesto en nuestro sitio; uno que ha resultado no ser el privilegiado trono que creímos merecer; debiéramos entender que la persistencia es más sencilla y menos grandilocuente; consiste en encontrar un puñado de tierra húmeda donde crecer, aunque sea delante de una persiana metálica.

O entre las rendijas de dos baldosas

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El viaje

El viaje

Cansada de una vida de mierda, decidió de buena mañana aprovechar el viaje y tirarse junto a la basura al contenedor.

Antes de zambullirse entre las bolsas y por si alguien las pudiese aprovechar, se quitó sus familiares y cómodas pantuflas y allí al lado las dejó.

De ella quedan ahora las viejas zapatillas y un pequeño vacío que nadie notará.

Agua (νερό)

Agua (νερό)

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Nací en un lugar donde el mar es un viaje que debe emprenderse al menos una vez en la vida. Los oceanos allí son amarillos y la espuma, espigas mecidas por la brisa.

Ríos, arroyos y los charcos que de niños no podíamos pisar son allá la formas que adopta el agua.

Ahora se que hay otro horizonte compuesto por tonos de azul y donde la tierra no quiebra el cielo.

Gané en el viaje el azul de mar, a cambio entregué otro imposible de encontrar aquí; el del cielo que en las claras mañanas de verano, cubre mi tierra.

Verano

Verano

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Noches de verano, bebiendo Royal Crown, esperando que comenzase la proyección sobre una pared encalada.

Frias noches de Agosto, mirando al cielo de un pequeño pueblo de Toledo; buscando en él estrellas que ya no se pueden ver.

Cálidas noches de Agosto en las que me enamoré. Que ellas nunca lo supiesen, nada cambia en realidad.

Recuerdo todos los veranos, aquellos que deseé que nunca terminasen y los que quise que jamás hubiesen empezado.

Por eso, porque los recuerdo, se que el verano es una ilusión; sólo existe el invierno. Y sin embargo, sólo con la ficción es como sobrevivimos al frío.

 

Aburrimiento

Aburrimiento

Alguien me puso aquí, espero desde entonces. Aburrida, mato el tiempo asomándome a este escaparate, silenciosa en inmóvil. Día tras día os veo pasar. Seres sin curiosidad, dóciles bestias, previsibles y monótonos peatones.

Apresurados por la mañana, sin tiempo para mirar otra cosa que no sea la punta de vuestros zapatos, si acaso alguna mirada furtiva, rápida y de reojo mientras paráis y encendéis un cigarrillo.

Y al llegar la tarde, volvéis, caminando en sentido contrario, cansados y cabizbajos; paráis, rebuscáis el penúltimo cigarrillo y pasáis otra vez de largo.

Os volveré a ver mañana, mientras espero, aunque no sepa que.

Eva

Eva

Las manzanas nunca te gustaron, siempre preferiste el melocotón; del Árbol no aprendiste ni el nombre, era uno más en aquel enorme jardín.

La sabiduria, los conocimentos y los secretos no importan, ya no. Desde entonces prefieres la ignorancia; aquello que no se sabe no se teme.

Inocentes los dos, culpables si acaso de curiosidad o quizá por ser hijos de un dios histrión, sarcástico y mendaz.

Violencia

Violencia

Impúdica y trivial esta que desprecia sin sonrojarse lo que no sabe rentabilizar.

Sórdidos mangantes; agachados como monos, rebuscando sin vergüenza entre las humildes pertenencias.

Carroñeros de estación.

Búsqueda infructuosa; lágrimas de rabia e impotencia.

Indiferencia

Indiferencia

Tu madre te engañaba, tu padre callaba. No te esperaban días de vino y rosas, no del vino que ella imaginaba al menos; rosas nunca te regalaron, quién te agasajó lo hizo sólo con las espinas.

No merecías ser feliz, tampoco dormir tirada en la Gran Vía. Nada merecemos por nacer, sólo la vida que nos regalan; como juguemos la mano dependerá de nuestra habilidad y del humor de la puta fortuna al repartir.

No esperes justicia de los hombres, sólo entienden la ley; ni en la poesía, sólo es retórica; tampoco la hallarás en los cielos, de allí sólo vendrá la indiferencia de unos dioses olvidados y la lluvia en otoño.

Fortuna

Fortuna


«Como un sueño de loco sin fin. La fortuna se ha reído de ti»


No, no estás loco, al menos ayer te acostaste cuerdo. Sin hogar, techo ni suerte, pero cuerdo.

Quizá la noche ha cambiado algo y se haya operado la transformación. Despertarías entonces en el mismo sucio rincón en el que te acostaste, a la vista de todos, pero convertido por fin en orate. Sería entonces real la primera parte de la estrofa que lleva días atormentándote.

Serías entonces afortunado por primera vez en mucho tiempo. Mejor chiflado si has de continuar viviendo en la calle.

En tu cabeza, mientras recorres sin rumbo esta ciudad indiferente y moderna, se repite sin cesar ni respiro la misma letra y melodía. Te recuerda a cada instante cuanto disfruta la odiosa fortuna riendo a tu costa.

Los dioses sólo existen mientras pueden jugar con sus ignorantes creaciones.


La estrofa que encabeza esta pequeña historia no es mía ni tengo la intención de atribuírmela, quizá podría hacerlo, no se cuantos de entre los que lean esto serán capaces de identificar o recordar a sus autores, hace ya algún tiempo que la cantaron por primera vez.

Se trata de La Unión y la canción no es otra que: «Lobo Hombre en París», si queréis volver a escucharla, no tenéis más que dejar que vuestro ratón se pose en el enlace y seguirlo hasta donde os lleve, la magia del hipertexto hará el resto.

Vértigo

Vértigo

Mira hacía arriba, abajo da vértigo y miedo. Intenta volar, mejor imaginarlo y caer que hacerlo sin siquiera haberlo soñado.

Sube, es inevitable bajar; mientras desciendes recuerda el Olimpo. A esas alturas sabrás que no hay dioses allí, sólo sueños lo habitan; esperando pacientes que vuelvas a empezar.