Se está a gusto así, los ojos cerrados y sintiendo el calor de este tímido sol de noviembre. Tantas veces he visto este jardín y tan pausadamente cambia, que lo recuerdo sin mirarlo.
Sólo las insistentes y curiosas figuras que se acostan a mi se apresuran. Curiosos personajes; débiles y jóvenes estructuras orgánicas. Empeñadas, fiando sólo en la palabra de unos dioses que ellos inventaron, en crecer, multiplicarse y dominar la tierra; la misma que no les pertenece, no más que a mi o a la hierba sobre la que descanso.
Esperaré, continuaré un poco más así; los ojos cerrados, descansando, pensando, esperando que el tiempo pase y con la noche marchen los intrusos vuelva la tranquilidad y se muestren las estrellas.